Hoy el calendario dice que se acaba el vértigo de una estación larga y calurosa, verano de prodigios, como prodigiosa es una ciudad que ya ansiaba por tumbarse perezosa al sol, arriesgándose todos a contagios variopintos, a la orden del día sigue la pandemia interminable y las citas para primeras, segundas y ahora terceras dosis de las vacunas que ya tratamos por tú. Impúdicos e insumisos, abandonamos las mascarillas sofocantes en el arenal, y confiados que al aire libre somos inmunes a los aerosoles, ampliamos las burbujas de convivencia hacia el infinito, el camarero guapetón un familiar de sangre. Los que sobrevivimos, porque sí, hubo mucha gente buena que no vio la canícula maltratar las pieles al sol. Somos unos inconscientes.

Por casa hemos disfrutado del calor, observando estoicamente las indicaciones de los ministerios de guardia. No se baja la guarda con un enfermo de Alzheimer, nunca. El peligro acecha por doquier, más nos vale curarnos en salud.

Fuimos a baños, nunca tantos baños, gracias al Ajuntament de Barcelona y el Instituto Municipal de Personas con Discapacidad. La iniciativa que aún sigue durante las Festes de la Mercè 2021, promueve la inclusión del colectivo de personas con diversidad funcional, normalizando su acceso a las actividades y servicios de la ciudad, visibilizando el colectivo y promoviendo la inclusión de los ciudadanos con necesidades especiales.

Todo eso para decir que mamá ha disfrutado de lo lindo… Flotando en alguna de las sillas anfibias, cortesía de la Oller Salut, farmacia vecina aquí de casa, estirada cuál lagarto al sol, con la ayuda de los chicos de AUNAR, duchada y fresquita gracias al súper contenedor-cambiador disponible en la Platja de la Nova Icària…

Ajuntament de Barcelona, AUNAR, Oller Salut… Gracias a todos de corazón… Vosotros nos han acompañado en este verano que termina, ¡llenándolo de color, alegría y salud! No puedo pedir más a la vida…