El Día Mundial del Alzheimer 2021.
Epidemia sorda y devastadora, nos envuelve como la lava que baja por la Isla de la Palma, arrasando, calcinando y reduciendo a cenizas todo a su alrededor. Un día, quizás lejos, quizás no, el escenario será desértico, pero de momento, NO…
No es así para muchos y muchas de nosotros y nosotras, el lenguaje inclusivo que alarga los textos y acorta las ideas. Hay felicidad siempre que esté uno dispuesto a verla en el gesto cómplice y la mirada de ensueño, en el olor de la piel recién duchada de la mamá, el papá, los yayos. La ternura invade el pecho del que mira con curiosidad de niño a las manos suaves de los que ya nada con ellas hacen, aparte la caricia que flota en el aire buscándose el calor de la mano extendida, del brazo más cercano, del rostro conocido y olvidado del hijo o nieto que está al lado.
Hoy es un buen día.
Por fin se persigue de una forma proactiva la normalización de la Enfermedad de Alzheimer, el reconocimiento del impacto social que representa, la visualización del drama hasta ahora oculto de las familias faltas de medios ya no económicos, sino emocionales para lidiar con el desierto imparable del olvido.
Hoy es el mejor día.
Para comenzar a escribir las ocurrencias ahora presentes y que transmutadas en un futuro a memorias de antaño, calmarán por fin el dolor que siempre estará presente con menor o mayor intensidad segundo sea Navidad o Pascuas, Día de la Madre, Padre o Abuelos, innúmeros cumpleaños, verano o invierno o, más bien simplemente, cuando el tiempo haga devolver los espejos la mirada de la mamá, el papá o de los yayos al que mira incrédulo.
Quien sale a los suyos no degenera.